Sabemos que los dos, Sancho y Curro, son futboleros y madridistas.

Por supuesto. Pero la nostalgia lo puede todo y nos paramos en Di Stéfano, que ha sido el más grande.

¡Ay si lo tuviéramos hoy!

Con él y Gento, Pirri y Benito para echarle una mano, los franceses salían corriendo. De todas maneras, con los de ahora vamos a ganar a los franceses igual sin la menor duda.

Es optimista.

Mucho. Hay que respetar a Francia que, aunque mayor, es un buen equipo. Debemos descubrirnos ante Zinedine Zidane, un caballero del deporte. Pero es que además están Thuram atrás, Makelele en el centro y Trezeguet y Henry arriba. Es un equipo complicado, pero el nuestro es mejor, más joven, con más ganas de ganar, creo yo. Y eso es vital en el fútbol.

Necesitamos que les llegue el espíritu de Curro Jiménez.

Hay una gran diferencia: aquello fueron cuarenta capítulos, tumbábamos a los franceses hoy pero les dejábamos recuperar mañana, y lo de esta noche es aquí te pillo, aquí te mato. A la Selección le iría bien aquella manera de ser y vivir de Curro y compañía, su astucia, su decisión en la pelea, su inconformismo, su talante rebelde.

De los jugadores de Luis, ¿quién sería Curro Jiménez?

Un centrocampista, uno muy capaz de repartir juego y estopa si es necesario. Xabi Alonso es el Curro del equipo.

¿Y el Algarrobo?

Puyol, sin duda.

¿Y el Estudiante?

Raúl, claro.

¿Y el cura?

Casillas.

Usted se lo pasó en grande persiguiendo franceses.

Sí, fue una experiencia muy bonita. Hicimos un viaje por una etapa capital en la historia de España como fue la Guerra de la Independencia. Ojalá se repita aquello en Hannover esta noche, por más que se trata de un partido de fútbol... que hay que ganar.

¿Qué hace usted ahora?

Ahora mismo estoy molido. Me pilla en Barcelona, recién llegado de Montevideo con escala en Madrid. Esta tarde presentamos aquí mi última película, La bicicleta, de Sigfrid Monleón y mañana lo haremos en Madrid.

Gracias, Curro. Digo, Sancho.

De nada en nombre de los dos: ¡oé!