Reviviendo la arquitectura del pasado con tecnología, así lucía Tenochtitlan

Si bien es impreciso descifrar cómo lucía México previo a la invasión española, gracias al trabajo de Thomas Kole podemos darnos una idea cercana de la grandeza de Tenochtitlan y el Valle de México.
Tenochtitlan.
Así lucía Tenochtitlan, de acuerdo a la recreación de Thomas Kole.Thomas Kole.

Diario caminamos y habitamos lo que fue la gran Tenochtitlan, pero de ello queda mucho y al mismo tiempo muy poco. Transitar el canal de la Viga, caminar por Tlatelolco, visitar la plancha del Zócalo son, probablemente, actividades cotidianas para los citadinos; también forman parte de los hot spots que los turistas recorren. Pero no siempre lució así, claramente, la modernidad fue apoderándose de los espacios lenta y profundamente, pero no es cosa actual ni tiene que ver con la globalización al cien por ciento; sino que las civilizaciones que vivían en el territorio fueron invadidas por el imperio español.

La CDMX es impactante, pero en la antigüedad era fascinante.Thomas Kole.

Esto fue un cambio radical para el entorno sociocultural, incluyendo la arquitectura, la gastronomía, el estilo de vida y más. Sin embargo, los historiadores, antropólogos y apasionados de nuestro territorio se han dado a la tarea de recopilar información para dar un panorama más certero y amplio de lo que fue la vida precolombina, entre ellos Thomas Kole, artista que realizó una detallada recreación de Tenochtitlan en 3D. Él, a su vez, trabajó de cerca con Rodrigo Ortega, quien se ha dedicado a la traducción de la lengua náhuatl, quien le proporcionó parte de las herramientas para tener Retrato de Tenochtitlan, la obra digital que nos eriza la piel.

Platicamos con ambos para entender mejor el panorama de la pieza tecnológica que nos permite adentrarnos en Tenochtitlan, así como en su cultura y forma de vida, ya sea para entendernos como sociedad posterior o simplemente para “viajar al pasado” a través de los recursos actuales.

El Valle de México mantenía cierta simetría.Andrés Semo García.
Ahora todo está poblado y lleno de arquitectura actual.Thomas Kole.

La inspiración de Thomas Kole

El artista es originario de Holanda y, aunque nunca había visitado México, era un curioso de las culturas, entre ellas las originarias de Latinoamérica. Imaginemos entonces, lo que causó en su ser saber que, dentro de la gran capital mexicana yacen las ruinas de lo que fue una de las civilizaciones más grandes del mundo. Es decir, debajo de la Ciudad de México se encuentra Tenochtitlan, o bien, una buena parte de ella. “Escuché por primera vez la palabra Tenochtitlan hace sólo unos años. Mi conocimiento sobre el ‘nuevo mundo’ prehispánico era muy escaso, es un tema que no recibe mucha atención en Europa. Leer sobre la ciudad, su tamaño y organización fue en contra de todas mis expectativas. Cuando salí a buscar imágenes de Tenochtitlan, me sentí decepcionado. Mi imaginación no es tan grande, por eso necesito más que un mapa, un libro o un cuadro para transportarme al pasado. Fue entonces cuando decidí hacerlo yo mismo. Por supuesto, no esperaba trabajar en ello durante tanto tiempo y ciertamente no esperaba la popularidad”, nos cuenta el artista.

La Ciudad de México está construida sobre un lago.Thomas Kole.
La CDMX es, ahora, una ciudad enorme construida sobre el lago.Andres Semo Garcia.

Pero, claro, necesitaba entrar en contacto con personas que estuvieran inmersas en la historia de México, no sólo con mexicanos o citadinos, sino con expertos. Así llegó a Rodrigo Ortega, el traductor que formó parte del camino de Kole. “Entré en contacto con Thomas a través de un estudio de arte donde trabajo haciendo textos y traducciones para los pintores Chicome Itzcuintli y Aarón Quiáhuitl. El logo del sitio de Tenochtitlan —que es el glifo del nombre de la ciudad— fue diseñado por ellos. Cuando me contaron que Thomas estaba buscando alguien que tradujera al náhuatl me emocionó mucho la posibilidad de colaborar con él”, comenta Rodrigo Ortega. Asimismo, Thomas Kole aseguró que cuando comenzó el proyecto, “tenía una visión vaga de cuál debería ser el resultado final. Una parte de eso era que debería traducirse al náhuatl. Hubo algunas advertencias, una de ellas fue que el náhuatl no es una lengua, sino una colección de variantes. Así que al entrar en contacto con Rodrigo, optamos por una sola, una central, que sería algo cercana al náhuatl que se habla en Tenochtitlán. Debido a su conocimiento del tema, también le confié las traducciones al español”. Cabe señalar que, alrededor del 10 % de los visitantes en el sitio, hacen click en la versión náhuatl del sitio, lo que significa que sienten curiosidad.

Tenochtitlan era muy amplia.Thomas Kole.
El Zócalo de la CDMX se mantiene en el mismo lugar.Andrés Semo García

Lo más difícil del proyecto

Bien, de inicio, el hecho de que Tenochtitlan sea un concepto ajeno para Kole se convierte en una limitante; no obstante, él señala dos cosas puntuales como las más complicadas en el proyecto: la motivación y la investigación. “Muchas ocasiones estuve a punto de abandonar el proyecto, llegué a callejones sin salida. Después de semanas de trabajar en una cosa específica tenía que tirarla porque se veía mal para mí. Al principio decidí guardar una carpeta con capturas de pantalla para seguir el progreso y esto me ayudó a mantenerme motivado. La investigación también fue increíblemente complicada, pues cuando haces una reconstrucción completa como ésta, no puedes dejar espacios en blanco. Todo debe completarse. Como tal, debe hacer preguntas que nadie más haya hecho antes. Tuve que hacer todo lo posible para hacer las mejores suposiciones posibles en los casos en los que no había información disponible. Afortunadamente, pude consultar con muchas personas, cada una de las cuales pudo aportar su propia experiencia”.

En este caso, el apoyo de Rodrigo Ortega fue crucial por su conocimiento al respecto. “La información es imprecisa. No soy antropólogo ni historiador. Me he dedicado a la traducción desde y hacia la lengua náhuatl en su variante del centro de México, después de casi diez años de estudio en clases, cursos, talleres y seminarios. Me ha interesado Mesoamérica desde que tengo memoria (viviendo en la Ciudad de México, es inevitable visitar Teotihuacan, Tula o el mismo Templo Mayor) y a través de la educación formal y no formal he podido ahondar en este apasionante tema.”.

Así lucía Tenochtitlan.Thomas Kole.

Por ello, incluso nosotros como espectadores nos preguntamos cómo es que Tenochtitlan ha sobrevivido al paso de los años. Rodrigo nos puso en contexto: “Hace unos años se anunció que el Fideicomiso Centro Histórico identificó la casa más antigua de la Ciudad de México que es el edificio de Manzanares 25, en el barrio de La Merced. Éste perteneció a la familia de un comerciante de la colonia temprana y aunque está construida con métodos europeos, la traza corresponde a la de una vivienda prehispánica. Esto nos indica que aún bajo la administración virreinal subsistían los modos de vida originarios y que los espacios se seguían planificando según el orden familiar, laboral y jerárquico de la antigua Tenochtitlan. La ciudad prehispánica había desaparecido, pero su imagen permanecía en el pensamiento de quienes erigieron la ciudad colonial”. Esto quiere decir que, sin darnos cuenta, estamos inmersos aún en un estilo de vida similar al de las culturas prehispánicas.

El Popo se vislumbra al fondo.Thomas Kole.

A medida que Tenochtitlan se volvía más difusa en la memoria de quienes habitaban la Ciudad de México, ésta se fue pareciendo más a los cánones de una urbe occidental. Siempre existió la conciencia de que se vivía sobre una ciudad destruida, pero sus habitantes perdieron noción de su fisonomía y esto dio pie a especulaciones, mitos y fantasías. A finales del siglo XVIII, Coatlicue y la Piedra del Sol emergieron de la tierra; en el siglo XIX se descubrieron objetos de cerámica y piedra pertenecientes al recinto sagrado de Tenochtitlan. El siglo XX vio resurgir al Templo Mayor, descubrimiento que redefinió la relación de la ciudad moderna con la ciudad antigua. Aparecieron las ventanas arqueológicas, que nos permiten literalmente asomarnos al pasado; surgió el Proyecto de Arqueología Urbana, que ha localizado los linderos, las acequias, los templos y las casas de Tenochtitlan y Tlatelolco. Hoy apreciamos el adoratorio de Ehécatl al transbordar en el Metro Pino Suárez; nos adentramos en las etapas constructivas del Templo Mayor en su zona arqueológica y si descendemos al sótano del Centro Cultural de España podemos visitar el Calmécac, templo-escuela en el que se formaban los jóvenes aristócratas. Éstas son formas en la que sobrevive la capital antigua, conviviendo con una capital —o varias capitales— que se le superponen. ¿Nos traerá el futuro más museos subterráneos? ¿Qué nuevos caminos tomarán Tenochtitlan y Tlatelolco para demostrarnos que no están muertas? Es un reto para profesionales de la arqueología, la ingeniería, el urbanismo y desde luego la arquitectura”.

La vista debió ser imponente.Thomas Kole.

Claro, ahora sabemos que de una u otra manera, Tenochtitlan sigue viva más allá de un vestigio, entonces, ¿cómo lograría un artista visual transportarlo a lo material? Thomas Kole nos cuenta que al enterarse de todo esto, se volvió más complicado, pero la incertidumbre se fue alejando “De principio a fin, me llevó aproximadamente un año y medio hacer Tenochtitlan, pero es una cifra vaga. Hacía esto en mi tiempo libre, cuando me sentía motivado o bien, cuando llegaba información nueva y relevante”. No fue sencillo, pero cada avance era una ilusión para los involucrados, como Rodrigo, quien aseguró que, “cuando Thomas me mostró por primera vez su trabajo me dio una felicidad inmensa y una terrible tristeza. Ahí estaba mi ciudad, la ciudad donde está mi vida, era y no era la misma. Su reconstrucción me trajo una serie de reflexiones, porque la historia nos arrebató el derecho de pertenecer a esta ciudad. En cambio, hoy podemos caminar entre, sobre, a través de y bajo una metrópolis que, como describió Miguel León-Portilla, se parece a un bulto funerario, hecho de capas y capas de lutos, cambios y destrucciones. No cambiaría la riqueza que implica vivir en la Ciudad de México actual, pero ver cómo la mítica ciudad lacustre vuelve a la vida, apreciarla como era hace medio milenio, es una experiencia conmovedora”.

Tlatelolco era uno de los centros más grandes de la región.Thomas Kole.

El sentimiento era, justamente, contradictorio y a decir verdad es lo que nos provoca mirar de cerca la obra completa de Kole. Es fascinante y al mismo tiempo dolorosa, pero no podemos cuestionarnos a la ligera cómo era vivir en una época que si bien fue resplandeciente, hoy ya no está. “Es difícil jugar el juego de ‘qué habría pasado si…’, en el que mucho de lo que se declare provendrá de la imaginación. Lo que sí puedo decir es que la arquitectura antigua de Mesoamérica sigue presente en la construcción de casas de bajareque, en la implementación de pencas de maguey como tejas, en la orientación de los hogares con respecto al alba y el ocaso, e inclusive en el sistema de chinampas, verdadero prodigio de la ingeniería y la arquitectura. Muchas de estas técnicas se emplean en comunidades originarias o en regiones apartadas de los centros urbanos, pero ese conocimiento está ahí todavía”. Thomas comparte opinión: “Gran parte de esa historia se ha borrado activamente y las suposiciones que hacemos sobre la sociedad se basan en las nuestras. La gente simplemente intentaba sobrevivir como hoy, pero, en un día soleado, pescando en el lago, con Tenochtitlán a lo lejos, con los picos nevados y los volcanes brillando en las tranquilas aguas, la gente podría haberse sentido orgullosa”.

Así lucía la ciudad y no podemos dejar de mirar.Thomas Kole.

Lo mejor de Retrato de Tenochtitlan

A nosotros, querido lector, se nos complica elegir lo mejor. El proyecto completo está en tenochtitlan.thomaskole.nl/es.html para que, al igual que nosotros, ames cada una de las recreaciones.

A esto, tanto Thomas como Rodrigo nos comparten su opinión. “Me encantó ver la emoción de las personas con las que consulté durante el proyecto. Estaban muy emocionados de ver la ciudad así. Espero que, ahora que se lanza el proyecto, todos los que lo hayan visto también estén contentos. Eso habría hecho que el esfuerzo valiera la pena”, asegura Kole, mientras que Ortega comentó que su parte favorita es, “definitivamente la comparativa hecha con las imágenes que Andrés Semo tomó con dron. Se desliza el cursor y se revela una verdad que parecería evidente pero que no lo es: la ciudad antigua y la ciudad actual son en realidad la misma”.

Agradecemos a ambos por su apoyo y tiempo, y esperamos que lo disfrutes tanto como nosotros lo hacemos cada que abrimos el sitio.